Manual Samurai Capitulo 6: LA ENTRENADORA
El viento soplaba fuerte y frío, creando pequeños remolinos de hojas a la par que erizaba
la piel del joven muchacho esparciendo el olor de su esfuerzo muscular al
tensar el enorme arco.
El cielo gris tampoco ayudaba mucho ¿Por
qué no
podían
apartarse esas nubes del cielo? Con tan poca luz casi no podía
ver a su blanco. En su opinión
habían
escogido muy mal donde situar la pista de prácticas, ese cerro era escalofriante y
parecía
que el viento gustaba de burlarse del aprendiz de Samurái. Además estaba convencido de que la diana estaba
torcida. ¿Cómo
pretendían
que aprendiese así? ¡No
era posible acertar en ese blanco!
La flecha zumbó velozmente por entre los árboles,
bella como un águila
surcó el
cielo para…
fallar por casi una braza entera!
-Ahhh! – Rugió de rabia Khan – ¡En estas condiciones no hay quien acierte!
¡Es
imposible!
La bella Entrenadora miró sonriente al muchacho. Sus negros
cabellos estaban recogidos en una hermosa tira dorada mientras que unos amplios
ropajes parecían
bailar ante la silenciosa música
que el travieso viento tocaba contra sus exuberantes líneas femeninas.
- ¿De
verdad crees que es imposible Khan? – y antes de que el aprendiz pudiera
responder, añadió – ¿Por
qué lo
crees así?
- Isis, es obvio, creo yo – contestó feliz de poder ser útil
al señalar
todos los defectos de la pista de entrenamiento, y poder ayudar así a
solucionarlos y facilitar el adiestramiento de todos los Samurais que fueran
detrás
de él –
Quien construyó
esto no se dio cuenta de que este cerro no es precisamente el mejor lugar para
una pista de entrenamiento de arqueros. Aquí el viento es irregular y caprichoso, te
despista de tu objetivo.
Además
hay poca luz, con lo que el blanco se ve mal. ¿Y a quién se le ocurrió poner la diana entre los árboles?
El movimiento de las ramas distrae mucho. Creo que si
alguien los podara, sería
todo mucho más
sencillo. ¡Ah!
– Añadió – y
la diana no está
recta del todo, sino que está un
poco torcida a la derecha, eso hace que una flecha que le diese pudiera fallar
el blanco. Si alguien lo corrigiese, entonces sí podría dar en la diana. ¡Si
no, es imposible! ¿A
quién
se le ocurrió
poner esta pista aquí?
Sin duda no sabía
mucho de arquería.
Isis rió dulcemente, su risa era como una hermosa
melodía
al son de la cual bailaba todo su hermoso cuerpo.
Khan habría jurado ver danzar el espíritu
de la bella Samurái
debajo de los amplios pliegues de su blanco kimono.
- ¿De
verdad crees que quien puso esto aquí no sabía nada de Arquería? – preguntó casi como para si misma –
Pues quizás
tengas algo de razón,
pero sin duda sabía
mucho del corazón
humano. – Y
acto seguido arrebató el
gran arco de las manos del sorprendido joven y tomando una de las flechas
clavadas en el suelo delante de él, la tensó y apuntó con una rapidez y destreza sin igual.
La mujer sólo apuntó un momento, pero Khan jamás
olvidaría
la expresión
de esos ojos, normalmente vivarachos, seductores, y casi traviesos, ahora
estaban impresionantes, parecían
absorber la esencia de todo lo que les rodeaba… a la par que se centraban en un sólo
y único
punto.
Todo tardó menos de lo que Khan podría
tardar en tomar aire, y entonces la flecha ya estaba ahí, perfecta, precisa, en el justo centro de
su diana, tal y como si siempre hubiera pertenecido a ese lugar.
- ¿Te
das cuenta ahora Khan? –
Dijo la Entrenadora –
Los fallos exteriores no importan, las circunstancias son irrelevantes, sólo
lo que hay en el interior importa.
Khan se quedó maravillado con, literalmente, la boca
abierta, jamás
habría
esperado ver tamaña
Destreza ni una Sabiduría
semejante en una mujer tan joven y hermosa.
- ¿Qué
quieres decir? –
balbuceó
finalmente.
- Pues simplemente todas esas cosas que me has dicho
no importan. –
dijo sonriendo con amor.
- ¿Cómo
que no importan? – se
rebeló
desde lo más
hondo Khan – ¿Qué es
eso de que no importan? ¡Todo
lo que yo he dicho son problemas gravísimos y reales que existen! ¿Acaso
no sabes mirar a tu alrededor y verlos? – pronunció ofendido.
- ¡Claro
que los veo! –
Contestó la
Maestra en Arquería
divertida – ¡
Eso y más! –
ante la extrañada
mirada del joven, continuó – Tú no
me has mencionado que las flechas están mal equilibradas, ni que el arco es
demasiado duro pues ya es viejo y está gastado. Tampoco has visto que el blanco
está más
abajo que nosotros, lo que siempre es incómodo, ni que las hojas que revolotean con
el viento pasan frecuentemente por delante de nosotros y la diana entorpeciendo
la visión… ni
unas cuantas cositas más
que nos hacen, ¿Cómo
era?- y tras fingir ponerse seria para recordar con precisión,
añadió –
Que hacen “imposible”
dar en el Blanco.
Khan miraba fijamente la fecha, perfectamente clavada
en su diana, debatiéndose
internamente entre su joven orgullo masculino herido, y su admiración e
increíbles
ansias de aprender. Finalmente sus ansias de mejora pudieron sobre el rencor y
repleto de una total admiración y
aprecio, aceptó la
lección
de humildad y se preparó
para aprender lo verdaderamente importante de la experiencia.
- ¿Me
estás
diciendo que conoces todos los fallos? – preguntó con sencillez.
La Hermosa Mujer, viendo la total sinceridad en los
ojos del joven, respondió en
el mismo tono franco que él.
- Todos… o casi todos – sonrió – aunque siempre hay algún
aprendiz que me señala
uno nuevo – su
risa era como el dulce cantar de un ruiseñor – no sé cómo son capaces de Dispersarse tanto ¡De
esperar tanto!
- ¿De
esperar? ¿De
dispersarse? ¿Qué
significa todo eso? –
preguntó
intrigado.
- Está
todo relacionado. –
explicó –
cuando la gente espera que las cosas sean de cierta forma, y no lo son, Dispersa
su Concentración y
sus Energías
en centrar inútilmente
sus pensamientos en todos los fallos que no le gustan, y el desagrado que le
crean, esa Dispersión
de sus recursos internos, les hace fracasar.
Khan tragó saliva, aún no lo entendía del todo, pero aquello había
tocado una fibra blanda dentro de lo más íntimo de su ser, algo que jamás
nadie había
conocido menos el mismo en lo más
recóndito
de sus no pronunciados pensamientos. El joven se preguntó si
aquella mujer le podría
leer la mente, o al menos su alma.
- No entiendo bien lo que me dices –
farfulló
finalmente Khan – ¿Qué
quiere decir “Esperar”?
La mujer dudó unos momentos antes de contestar ¿Cómo
podría
explicarlo para que lo entendiera lo mejor posible? Lo que le estaba explicando
llegaba justo hasta el fondo de las más importantes hebras de la naturaleza
humana ¿Cómo
poder llegar hasta ahí
sin chocar con los muros de los prejuicios y orgullos que sin duda habitaban en
el joven igual que habitan en cada ser humano que respira y camina?
- ¿Quién
decide si una persona triunfa o no? – Preguntó finalmente la Entrenadora dando un sabio
rodeo para poder traer la más
intensa luz de la comprensión
en la mente y el corazón
del joven.
Khan dudó durante unos momentos, su mente le decía
varias cosas contradictorias, pero su naturaleza era de Samurái,
así
que acalló
sus pensamientos y se centró
totalmente en escuchar a su corazón.
- Uno mismo – dijo al final – Sólo una persona decide si triunfa o no ¿Cómo
podría
ser de otro modo?
Iris Aplaudió Literalmente la Sabiduría y
el Acierto del joven, pocos eran tan sabios e inteligentes como para dar una
respuesta tan precisa y verdadera!
- Así
es! –
Dijo tan contenta que le espetó un
beso de recompensa en la mejilla del joven y, posando su brazo como si fuera un
camarada de batalla, añadió –
Eres muy inteligente e intuitivo Khan, pues has sabido ver y aceptar la mayor
de las verdades de esta vida, que sólo uno mismo decide si triunfa o no.
La mujer hizo un silencio y luego continuó.
- Hagamos un juego, mi joven amigo, vamos a hablar rápido,
yo te hago una pregunta y tú me
respondes rápido
¿De
acuerdo?
- De acuerdo! – Contestó el joven.
- ¿Quién
decide si una persona triunfa o no?
- Uno mismo – Respondió Khan con una sonrisa de triunfo.
- ¿Quién
decide si yo triunfo o no?
- Tú
misma –
Respondió
Khan orgulloso de sus buenas respuestas.
- ¿Quién
decide si tú
triunfas o no?
- Yo mismo – contestó, aunque, a ser sincero, le tembló un
poco la voz. No es que dudara de la respuesta. Khan Sabía que esa era la respuesta correcta y
verdadera, lo que pasaba es que realmente le daba un poco de miedo la
importancia que tal significado acarreaba sobre su vida.
- ¿Quién
decide pues si tú
triunfas y das en la diana o no?
- Yo mismo – Contestó el Joven Samurái alargando cada una de las palabras. Sabía
que estaba diciendo lo correcto, pero no podía evitar sentirse como si hubiera caído
en una trampa.
La mujer sabía mucho más sobre el corazón humano de lo que nadie habría
considerado “cómodo”
estando en su presencia, así
que el aprendiz no pudo evitar temblar cuando Isis sencillamente le espetó.
- ¿No
te sientes ahora mismo como si hubieras caído en una trampa? – Preguntó sonriente.
- Ciertamente si – contestó balbuceando él.
- Esta, mi joven amigo, es la Trampa de la Vida.
Khan encontró ahora algo más poderoso en su interior que esa sensación
que parecía
fascinarle y revolverle el estómago
a la vez, y fue la fuerte Necesidad de Aprendizaje que siempre le dominaba.
- La Trampa de la Vida – repitió él – Fascinante… ¿Qué quieres decir exactamente con eso?
- Es más
sencillo de lo que parece –
explicó
ella – de
pequeños
se nos explica que la vida es dura, y es cierto. ¡No sabes cuánto lo es! – explicó ella seria y feliz al mismo tiempo – La
vida es inmensamente Dura porque nos ha dado a todos y cada uno de nosotros la
mayor de las cargas, la carga de la Responsabilidad de Nuestras Propias Vidas.
- Honor – murmuró el joven identificado con el sentimiento.
- Puede ser – dijo ella – y si no es eso, sí algo muy parecido y quizás
hasta más
poderoso – el
joven escuchaba extasiado –
Cuando a la gente le dicen que la vida es dura, se echan a temblar y a pensar
que las mayores desgracias se abatirán sobre ellos – su hermosa cara tenía
una peculiar sonrisa – no
se dan cuenta de que la dureza de la vida es algo aún mayor que todo eso, es la
Responsabilidad. El saber dentro de nosotros, que en realidad, y después
de apartar todas las telarañas
de excusas que queramos poner para no poder ver lo que es cierto, sólo
existe una verdad, y es que cada persona, es la única que decide si Triunfa… o
no.
Khan estaba entendiendo más de lo que quizás desearía, así que cerró los ojos para poder asumir mejor la
enorme carga del Honor sobre sus Hombros y preguntó.
- ¿Quieres
decir que la vida es una cuestión
de Decisión y
Responsabilidad?
- Así
es, mi pequeño
amigo. Fíjate
en el tamaño
de esta verdad y comprenderás
por qué,
en su inmensidad, aún
las más
grandes culturas sólo
pudieron aceptar y comprender pequeñas partes de su totalidad. Quizás
pueda parecer que esas pequeñas
partes se contradicen, pero igual que una pata de un elefante es una parte, de
la misma forma que lo es su trompa o su cola, todas son parte de la figura
total, y no podemos juzgar la Gran Verdad sólo por una de sus partes.
- Dime, antes me respondiste bien y me dijiste que Sólo
Tú
Decides si Triunfas… o
no. –
Dijo ella recalcando los hechos – Así pues, sólo tú decides si acertarás
en la diana… o
no. O si amas… o
no. O si ganas dinero… o
no.
Cualquier cosa! Pero no nos distraigamos de lo que nos
interesa, la cuestión
es que el único
decide si acertarás o
no en la diana ¿Quién
es?
- Yo mismo – contestó Khan.
- Así
es. – y
añadió – así
pues, dado que sólo
tú
decides si aciertas o no aciertas en la diana, eso quiere decir que ¡Las
Circunstancias son Irrelevantes! ¿Te das cuenta de eso?
Khan dudó antes de contestar.
- Si eso que me dices es cierto… – al
ver la mueca de la mujer, el joven decidió rectificar sus palabras, pues aunque le
hubiera sido más fácil
decirlo con el “Sí”,
debía
de aceptar con Honor la Verdad –
dado que lo que me explicas Es cierto, entonces tú acertaste en la diana porque decidiste
hacerlo así ¿Verdad?
- Así es
–
Contestó
ella
- Pero eso también quiere decir que yo fracasé,
no le di a la diana, porque así lo
decidí –
dijo torciendo la cara en una mueca de disgusto.
- Así es
–
confirmó la
chica –
Pero… ¿Por
qué lo
hiciste?
Khan no lo sabía, no dudaba que había
fracasado porque así lo
había
decidido, cierto es que con todo su ser deseaba echarle la culpa a otra cosa,
pero sobre todo era un Samurái
de Honor, y eso quería
decir que reconocía
sus propios fallos. Así
que intentó
descubrir por qué.
- Te ayudaré – dijo la joven – El problema no está en
tus pensamientos conscientes, si no en esa parte de tu mente que trabaja sin
que tú
seas consciente de que lo hace, como cuando respiras, haces que tu corazón
lata, o mueves una mano rápidamente
por reflejo. –
Hizo una pausa para que el aprendiz entendiera sobre qué estaba hablando y continuó – La
cuestión
es que tú
tienes una costumbre que todos tenemos, y es la de hacer juicios y prejuicios.
Los prejuicios son opciones sobre lo que deberían ser las cosas antes de tener datos
suficientes para tomar una opinión bien fundamentada.
“”
Pues bien, cuando tú
entraste en la zona de prácticas,
te habías
creado en tu mente una idea de cómo sería todo. Tú “Esperabas” que todo fuese de cierta manera…
pero resultó
que las cosas no eran tal y como esperabas.
“” Así
que acto seguido te pusiste a identificar como “malo” todo lo que no coincidía
con tu opinión
de cómo
deberían
ser las cosas y lo señalabas
mentalmente como un “error”
que debería
ser corregido ¿Por
qué?
Sencillamente porque tú
querías
que las cosas fueran tal y como tú te las imaginabas, como esperabas que
fueran.
“” Así
que ese descontento que tenías
dentro de ti identificó un
montón
de errores y emitió un
juicio, un juicio que quizás
no fuiste consciente de ello más
que con un simple sentimiento interno, un pensamiento tan rápido
que no puedes identificar con palabras, sino con un movimiento rápido
de la mente, una sensación
de disgusto, quizás
como un malestar escondido en un músculo, fuera como fuera, ese juicio era “Esta
Arquería
está
mal, nadie puede aprender aquí”
“” Tú,
al “Esperar”
que las cosas fueran de una manera, y al ver que eran de otra, NEGARTE A
ACEPTAR cómo
son en realidad, provocó
ese juicio en tu Interior. Y ese juicio creó una DECISIÓN interna, la Decisión
de Fracasar, de Errar el Tiro, para demostrarte internamente que tu Juicio era
el correcto, auto afianzarte en tu interior de esta manera y quizás
hasta llamar la atención
sobre los demás
para que corrigieran todos los errores.
“” ¿Te
das cuenta ahora de que todo sucedió en tu interior tal y como te digo?
Khan Asintió avergonzado.
- Pero no te preocupes mi amigo, esto ocurre en el
interior de todas las personas y normalmente este proceso es el causante de
todos los fracasos, Simplemente la persona se convence de que las situaciones
que le rodean sólo
le pueden conducir al fracaso, y entonces internamente decide que va ha
fracasar. Después,
hace inconscientemente todo lo que está en su mano para hacerse fracasar a si
misma, pues –
sonrió –
necesita saber que tenía
razón.
- En cierta ocasión – comentó el joven tímidamente – escuché a dos Maestros Samurais hablando de términos
parecidos… y
lo llamaron ¿Cómo
era? ¡Ah,
sí! ¡ENTUSIASMO!
- ¡Exacto!
–
Exclamó
complacida la hermosa Entrenadora – El Entusiasmo no es otra cosa que cómo
te hablas a ti mismo, el cómo
te relacionas contigo mismo en tu interior, el cómo funcionan tus pensamientos para formar las
Decisiones Oportunas.
“”
Los que se hablan mal a si mismos, señalando los “errores” y los “fallos”, sin duda lo que están
haciendo es convenciéndose
a si mismos de que tienen que fracasar, y entonces se hacen fracasar.
“” Se
Frenan a si mismos con sus palabras al causarse Decisiones Negativas para si
mismos.
- Pero – añadió el muchacho aún a riesgo de ser improcedente –
pero esos errores realmente existían. ¿Acaso si los dejo de ver no estaré
errando en mi apreciación? ¿No
estaré
faltando a la realidad?
Las carcajadas de la mujer jamás podían haber sido mayores.
- Esa es la excusa más vieja de los Ogros mi joven amigo – al
verlo ofendido añadió –
perdona, no quería
ofenderte, sin duda tú
tienes talento de Samurái,
pero alguien en el pasado te metió esa idea, digna de un Ogro, en tu hermosa
cabecita. En seguida comprenderás
lo que quiero decirte.
“”
Imagínate
que estás
en un camino en medio del bosque, llamemos a ese camino “Vida”,
es de noche, está
oscuro e imaginémonos
que enciendes una vela entre tus manos. ¿Qué ocurrirá?
- Que se creará una luz, y podré ver mejor – respondió el joven.
- ¿Seguro?
–
sonrió la
Entrenadora – ¿Sólo
generarás
una luz?
- Yo creo que sí- dijo el joven.
- De acuerdo pues, ahora estás ESPERANDO, así que acompáñame
– Y
rápidamente
le condujo hasta el almacén
de los arcos, una pequeña
caseta de madera bien cuidada, una vez dentro cerró todas las ventanas con sus postigos y
atrancó la
puerta creando una oscuridad casi absoluta. – Ahora Khan, enciende esta vela.
El muchacho así lo hizo, aunque no fue fácil
en la oscuridad. En cuanto pudo encenderla, comprendió lo que la mujer había
querido expresarle.
- Ahora lo veo – dijo al fin – la vela genera luz, pero al generar esa
luz, también
estoy causando sombras.
- La vida es “dura” – sonrió ella – con cada vela no sólo
creamos una luz, sino que también
generamos sombras, eso es así
por definición,
es la pura y dura realidad.
“”
Ahora imagínate
que estás
en tu camino de la “vida” y
que decides encender esta vela. Bien, ahora tienes una luz que te puede
iluminar el camino. Si usas esa luz, podrás llegar al final de tu camino con éxito.
“”
Pero… qué
ocurriría
si te fijaras en las sombras ¿Qué
verías?
- Supongo que oscuridad – dijo el joven
- Así
es, y ¿Qué
ocurre si cuando estás
caminando vas mirando la oscuridad?
- Pues que veré sombras y oscuridad… es
decir, que no veré… y
si no veo.. –
pensó
dubitativo – ¿Tropezaré y
caeré?
- Así
es: Si te fijas en las Sombras de la vela, Fracasarás.
Khan estuvo en silencio durante más
de diez minutos dejando que tamaña enseñanza penetrara hasta en lo más
profundo de su mente.
-Así
pues –
dijo al fin –
Para triunfar he de ignorar las sombras, y fijarme en la Luz, y usar la luz que
tengo para alcanzar el Éxito
en mi vida. ¿Verdad?
- Así es
–
dijo orgullosa la Maestra de su aventajado Discípulo – Así es mi Samurái. Un Samurái se fija en la Luz, mientras que los
Ogros, se centran en las sombras. Por eso mientras los Samurais alcanzan el Éxito
y obtienen todo lo que desean en la vida… los Ogros se dan con las espinillas
contra las duras rocas y se comen el barro mezclado con la furia y la rabia de
su fracaso.
.
El joven meditó durante mucho tiempo sobre estas
palabras.
- Pero los Ogros son gente mala ¿Verdad?
–
dijo al final Khan.
- Bueno, algunas veces si, pero en muchas ocasiones sólo
son personas que necesitan ayuda pero tienen demasiado orgullo para aceptarla.
Así
que optan por actuar inapropiadamente y fracasar, para luego herir a los demás y
a si mismos con el resultado de su fracaso.
- Pero yo sé de personas que han fracasado en sus
vidas y que no son malas personas, sino buenos. ¿Son estos Ogros?
- No hijo mío – dijo Isis maternal –
son sólo
personas Irresponsables que no han tomado la decisión de controlar sus vidas.
“”
Pero esa también
es una decisión,
la decisión
de que otros controlen tu vida, y eso es algo que suele conducir al fracaso,
pues ¿A dónde
puede conducir la irresponsabilidad?
“” El
éxito
no llega por casualidad, hay que decidir alcanzarlo y aplicar esa decisión
con nuestro trabajo para triunfar.
Khan estaba ansioso por saber más
sobre este tema, pues sentía
que era una revelación
suprema para él,
sus intereses y su vida. Pero la información y la revelación eran tan enormes, que decidió
guardar silencio durante casi cuarenta minutos para dejar que sus hombros se
adaptaran a la nueva carga que portaban, Una que siempre habían
llevado pero que sólo
ahora reconocían
como suya.
Isis era Paciente, además de Hermosa, y mientras el joven aceptaba
el control de su vida, ella decidió disfrutar del momento y fue feliz
simplemente mirando cómo
se ponía
el sol sintiendo la suave textura de la fresca hierba bajo su piel.
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