sábado, 5 de abril de 2014

Manual Samurai Capitulo 9: EL COCINERO

Capitulo 9 : EL COCINERO

El Sol del mediodía caldeaba el ambiente prometiendo un día caluroso, la única esperanza de frescor provenía de una ligera brisa del norte que mecía suavemente las verdes copas de los árboles contra el cielo azul. Los olores a comida hacían rugir los estómagos de los Samurais congregados en el comedor a cielo abierto del ejército Samurái. Ya se estaban sirviendo los primeros platos y el joven Kan estaba muerto de hambre tras una mañana muy ajetreada. Las voces de miles de Samurais invadían el ambiente, sin embargo el joven Samurái no escuchaba ninguna, no podía dejar de recordar a Rosana corriendo por encima de la verde hierba mientras le daba las gracias por haberle regalado aquella preciosa tela para que se hiciese un vestido.

- Aquí tiene su ración doble joven Samurái dijo una voz despertando a Kan.

El joven Samurái miró a su lado y encontró allí al cocinero que le estaba sirviendo su ración.

- Muchas gracias! contestó Kan ¡Estoy muerto de hambre! y agarrando un trozo de pan se puso a comer vorazmente el delicioso guiso que le había servido el cocinero Está riquísimo farfulló con la boca llena de comida mientras se alejaba el cocinero del ejército.

- Vaya suerte Kan! Dijo Omius, su primer Samurái, a su lado derecho Estoy de acuerdo con que te den doble ración el Samurái Invencible miraba con envidia el gran plato de su joven superior eres joven y tienes que crecer pero yo llevo pidiendo doble ración desde hace un mes y no me han hecho ni caso! mostró su plato igual al del resto de la mesa para demostrarlo No es que me quede con hambre pero soy un hombre maduro y musculoso dijo a la par que marcaba los grandes músculos de sus brazos mientras que a la Bella Escila, sentada en frente suyo se le caía la cuchara de las manos a medio camino de su boca. Por alguna razón nadie se dio cuenta del percance de la chica para su tranquilidad ¡Necesito más comida! Añadió el ex Guerrero Estoy harto de ir a la posada del pueblo a tomarme una comida extra cada día ¿Qué narices has hecho? y bajando la voz susurró Yo he intentado sobornar al cocinero, a los camareros ¡Y nada! ¡Son incorruptibles! Dime qué has hecho dijo levantando la voz me tienes intrigado.

Kan miró a Omius como si este estuviera loco ¿Sobornar a un camarero para que le diera más comida? ¡Qué tontería! La comida era medida exactamente según las necesidades de cada Samurái para que se mantuviera en la mejor forma posible, Omius era amigo de grandes comilonas que si no controlaba harían que sus grandes músculos acabasen siendo grandes sacos de grasa, el cocinero se lo había dicho mil y una veces sin que le hiciera caso ¿No aprendería nunca? Bueno, después de todo antes había sido un Guerrero, y aunque ahora era un Samurái seguía arrastrando alguna que otra mala costumbre

- No he necesitado ningún soborno dijo por fin Kan La doble ración me la prometió Rosana Al ver la cara de extrañeza de Omius aclaró La hija del cocinero, la chica a la que ayer avergonzamos sin querer y que se manchó aquel vestido nuevo al caérsele encima la bandeja de la carne.

- Recuerdo la mancha dijo Escila No se quitará nunca, es una pena que un vestido tan bonito se perdiera así y tomando su vaso echó un elegante trago.

- ¡Increíble! dijo sorprendido Omius Así que avergüenzas a su hija, le estropeas un vestido y te dan doble ración y negando con la cabeza terminó Me parece que voy a ir corriendo a decirle al cocinero que realmente fui yo el causante de la vergüenza de su hija ¡A ver si me da otra ración! y abriendo enormemente la boca empujó la mitad del guiso dentro de su boca con un enorme trozo de pan, como no le cabía más la cerró y empezó a masticar a toda prisa intentando tragarlo todo sin apenas masticar. Escila estaba visiblemente escandalizada y Kan avergonzado porque su primer Samurái mantuviera tales modales en la mesa. Le iba a decir cuatro cositas cuando recordó la amenaza de Rosana.

Ella sabía que el culpable del malentendido había sido Omius, hacía unos momentos, cuando Kan había hablado con ella, había asegurado que a Kan le iba a dar doble ración y a Omius le iba a poner cinco guindillas picantes en su plato. El primero de los puntos se había cumplido y si el segundo de los puntos era cierto con el gran bocado que había tomado Omius

Era muy visible que la chica había cumplido su venganza, ya que la cara de Omius se estaba tornando de un rojo intenso Aun así el Samurái estaba intentando guardar la compostura, pues creía que todos los platos eran igual de picantes y no quería ser él quien se quejase y quedase en ridículo. Así que haciendo un esfuerzo de voluntad se tragó todo aquel bocado poco a poco y cerrando los ojos para contener las lágrimas estiró la mano para coger su vaso de agua. Kan se lo acercó en un acto de piedad mientras intentaba aguantar la risa, puesto que era el único de la mesa que sabía que el plato de Omius estaba trucado.

- No te ha gustado la comida Samurái Omius Dijo Escila al ver la extraña cara de su compañero Está un pelín alegre para mi gusto, pero sin duda un guerrero experimentado como tú habrá comido cosas peores aseguró inocentemente.

- Sí, así es contestó Omius después de haberse bebido su vaso de un solo trago y mientras se servía otro vaso más se quejó para si mismo ¡Un pelín alegre dice! ¡No sabía que estos Samurais eran tan amigos del picante!

- ¿Decías? Preguntó Escila.

- No, nada aseguró el Samurái atormentado por las guindillas que está delicioso, en su punto diría yo Y agarrando su cuchara se introdujo otro bocado en la boca, intentando apaciguar el sabor a picante con un gran trozo de pan de arroz.

- ¡Qué chico más raro! susurró Escila a Kan que apenas podía contener la risa.

- Tienes razón contestó por lo bajo a Escila pero vaya aguante que tiene! La bella Samurái, que no comprendía nada miró extrañamente al joven con una mirada que Kan todavía no conocía, una mirada que decía “¡Hombres! ¡Están todos locos! y continuó comiendo su ración tranquilamente.

Por su parte el joven Samurái aceleró su ritmo de comida puesto que ya estaban empezando a servir los postres. En ese momento Kan se dio cuenta de que Rosana no estaba por los alrededores y se dio cuenta de que había un detalle que no encajaba ¿Cómo sabía el cocinero que ella le había prometido doble ración? Ella había marchado a guardar su tela a su casa y según parecía no había vuelto. El joven decidió resolver el misterio preguntándoselo directamente al cocinero después de comer.

Antes de finalizar su postre, Omius, que ya estaba rojo como un tomate, se excusó diciendo que tenía muchos ejercicios que practicar, el primero la carrera y el segundo la natación tras lo cual salió corriendo hacia el río como alma que lleva el diablo.

Kan que no podía aguantar más rompió a reír estruendosamente ante la extrañada mirada de todos sus Samurais.

Después de la comida todos los Samurais retornaron a sus labores. Kan, con la excusa de agradecer al cocinero la doble ración se acercó a la gran cocina instalada bajo una enorme tienda de campaña Samurái.

- Hola! dijo asomándose por entre los pliegues de la cortina que hacía de puerta ¿Está el cocinero por aquí?

- Sí llego a ser un lobo te como Exclamó una voz a su izquierda.

Kan miró en esa dirección y vio al cocinero tomando su chaqueta de una percha situada al lado de la puerta.

Era un hombre grande y grueso, Kan necesitaría un brazo más para poder rodear su gran cintura. Tenía el pelo corto y negro como el ala de un cuervo. A pesar de haber pasado toda la mañana en la cocina estaba totalmente limpia, y sólo el agradable olor a especias que desprendía revelaba su verdadero trabajo.

- Quisiera hablar con usted un momento afirmó el joven Samurái si puede naturalmente.

- Puedo, puedo afirmó mientras movía su enorme papada de arriba a abajo yo ya he terminado mi trabajo, ahora les toca a los camareros recogerlo y limpiarlo todo hasta la hora de la cena cuando volveré a ensuciarlo todo con mi sabrosa comida comentó mientras se acariciaba su gran panza con orgullo. pero salgamos afuera, ya estoy cansado de estar en esta tienda. ¿Podemos hablar mientras camino a mi casa?

- Naturalmente respondió Kan y ambos se pusieron a caminar hacia la casa del cocinero en el pueblo.

- Y bien ¿Qué es lo que querías preguntarme? Y mirándolo pícaramente añadió es sobre mi hija quizás. el hombre gordo miró fijamente al jovenzuelo para asimilar su reacción lo mejor posible y se sorprendió al ver la sincera mirada de inocencia que le lanzó el Samurái.

- No directamente contestó Kan lo que quería era preguntarle como sabía que Rosana me había prometido doble ración.

- Eh El Padre de Rosana no sabía hacia donde mirar pues Kan estaba muy extrañado por la peculiar reacción del cocinero Mira chico, no quiero mentirte contestó al fin os vi a los dos por casualidad en el patio, cuando estabais juntos y Rosana te prometía la doble ración. También vi como se alejaba con la tela entre sus brazos, y conociéndola supuse que se quedaría encerrada en casa hasta que cosiera el vestido. y golpeando sonadamente su panza con ambas manos añadió Como era obvio que ella no podría cumplir su promesa decidí cumplirla yo mismo! y mirando fijamente al joven añadió El honor de mi hija es muy importante para mi ¿Sabes?

- No lo sabía contestó sinceramente Kan aunque eso está muy bien, va de acuerdo con el código de honor de los Samurais.

El Padre de Rosana se paró en seco para mirar fijamente, de arriba a abajo, al jovencito que tenía delante de si. ¿Podía ser realmente tan inocente como parecía? después de ver sus ojos, que mantenían su mirada sin amenaza ni falsedad, y su dulce sonrisa decidió que aunque pareciera imposible este chico era real. Y menando la cabeza volvió a andar lentamente.

- Te estoy muy agradecido Kan dijo al fin mi hija estaba muy ilusionada con su vestido nuevo, el que manchó el joven asintió con la cabeza para indicar que sabía de sobra a qué vestido se refería me había estado pidiendo esa tela durante semanas. Sin embargo el sueldo de un cocinero no da para mucho pero al fin se lo compré. una sonrisa de orgullo se reflejaba en sus ojos Estaba tan contenta que se encerró una tarde entera cosiendo su vestido, y al día siguiente no quería quitárselo. Le advertí que se pusiera otra cosa dijo resaltándolo con una mano pero ella insistió en que nunca se había manchado sirviendo una mesa la cara del cocinero reflejaba orgullo y pesar al mismo tiempo y eso era cierto hasta ayer que se le cayó toda la bandeja por encima al recordarlo el enorme hombre meneaba la cabeza negativamente- destrozando la carne ¡Y el vestido! y golpeando su barriga añadió Se pasó llorando toda la noche! y tuve que dárselo de comer a los perros. ¡Un verdadero desperdicio!

- ¿Le diste de comer un vestido a tus perros? Preguntó asombradísimo Kan.

- ¡No hombre! contestó golpeando con fuerza la espalda del joven el vestido no ¡La carne!

Kan se relajó, ese hombre era un tanto extraño aunque parecía buena persona.

- Quise comprarle otro trozo continuó el Cocinero, que al ver la cara de extrañeza de Kan agregó de tela, para que se hiciera otro vestido y mirando con visible envidia la espada Katana del joven terminó pero los cocineros no ganamos tanto como los Samurais!

- Parece que te gustaría ser Samurái dijo directamente Kan.

- Si, es cierto respondió sinceramente el padre de Rosana.

- Entonces ¿Por qué no lo eres? al joven le parecía extraño que conociendo la orden como debía conocerla aun no se hubiera alistado si lo deseaba.

- Bueno, yo soy cocinero respondió el enorme hombre, que ante la cara de incredulidad de Kan añadió bueno, en realidad es por esta gran panza mía. ¿Te imaginas a un Samurái rebotando contra el suelo en los ejercicios diarios?

- ¡Eso es una tontería! respondió el joven Samurái ¡Como si tu forma física importara! ¡Ya te pondrás en forma poco a poco! Y enfatizándolo con los brazos añadió ¡Eso es lo que se enseña! No importa lo que seas ahora, sino lo que puedes llegar a ser con el entrenamiento.

El cocinero asintió dándole la razón a Kan, en el fondo estaba ansioso por ser un Samurái, pero para ello necesitaba que algún Samurái lo tomara como aprendiz y él nunca se atrevería a pedir tal cosa a nadie.

- A media tarde dijo Kan finalmente pásate por mi tienda, yo te nombraré aprendiz Samurái, te daré tu espada Katana y te enseñaré las artes Samurái y dándose cuenta de una cosa preguntó por cierto ¿Cómo te llamas?

- Soy Gradui y acariciando su gran barriga añadió Aunque puedes llamarme Grande todos mis amigos me llaman así… y me gusta!

- Muy bien Grande, ¿Vendrás?

- ¡Puedes apostar por ello! dijo resaltando el hecho golpeando amistosamente el hombro de Kan donde le salió un feo moretón horas más tarde llevo años escuchando entre las mesas del comedor las técnicas y la filosofía Samurái. Se puede decir que soy un Aprendiz con Ventaja. ¡Ya verás qué sorpresa te doy!

- Espero que no sea otra doble ración contestó alegremente Kan hoy estoy que reviento, creo que tendré que ir a mi tienda a dormir un poco para poder digerirlo todo.

- Pues vete y descansa joven Samurái respondió Grande Que te quiero bien despejado para cuando me nombres Aprendiz esta tarde. Y apretando el puño al estilo de los samurais gritó ¡¡¡GAMBARUZO!!! el saludo Samurái que significa Me esforzaré totalmente

- ¡¡¡GAMBARUZO!!! Respondió Kan y marchó hacia su tienda a preparar las cosas no sabía si en todo el campamento encontraría un Kimono de la talla de Grandui!

Mientas pensaba en esto no escuchó una voz que susurraba detrás de un arbusto Querida, es nuestro hijo, no me parece bien que nos escondamos de él recuerda que yo soy un general de generales ni a otra voz más aguda que contestó Tú serás todo lo general que quieras pero en este tipo de asuntos mando yo. Así que cállate! Como nos oiga te acuerdas…”. Kan tampoco notó el chillido de dolor ahogado de un hombre mayor que detrás de unos arbustos había sido golpeado con un abanico en la cabeza.

Era media tarde y Kan no había conseguido encontrar un Kimono adecuado para la talla de Gradui, gracias al cielo había encontrado un gran cinturón del que colgar su Katana de aprendiz. Esperaba que fuera suficiente puesto que no había podido hacer otra cosa.

Grandui se acercaba por el camino vestido con un gran kimono Samurái, el joven Samurái dio gracias internamente porque el mismo cocinero se hubiera proporcionado a si mismo unas vestiduras correctas.

- Buenas tardes Samurái Dijo contento el enorme hombre con una descomunal sonrisa de oreja a oreja.

- Buenas tardes Grande contestó Kan ¿Estás preparado?

- Nunca lo he estado más! ¡Gambarazo! contestó efusivamente.

- ¡Gambarazo! Contestó el joven Samurái contento de que un aprendiz contara con tanta pasión y empezó la ceremonia que convertiría al cocinero en un Aprendiz de Samurái.

Ya era tarde y era una noche fría. La luna estaba menguando en el cielo y las estrellas estaban ocultadas por las nubes. Había sido un día muy movido y Kan decidió dormir esa noche en el palacio de sus padres, su tienda de Samurái estaba muy revuelta por el ajetreo de las lecciones de la tarde y estaba demasiado cansado para ordenarla en ese momento.

Al salir de su tienda, el joven Samurái escuchó un movimiento extraño entre unos arbustos, no era la primera vez que le pasaba hoy como estaba cansado continuó andando sin investigar, el camino hasta la enorme mansión de sus padres era algo largo, y estaba ansioso por acostarse. Sin embargo esperaba que pasear bajo la fresca noche le ayudara a meditar sobre algunos puntos como por ejemplo los enormes conocimientos que había demostrado Grandui sobre las artes Samurais. Al parecer había estado escuchando varios años conversar en las comidas a los Samurais y había aprendido mucho. También se había estado preparando en secreto, puesto que parecía que deseaba ser un verdadero Samurái de todo corazón. Kan estaba seguro de esos conocimientos le serían muy prácticos en su carrera como Samurái, sin embargo no podía decir con precisión en cuanto le ayudarían. El Cocinero aprendiz de Samurái contaba con unos profundos conocimientos teóricos y una gran pasión nacida del convencimiento, sólo le faltaba la experiencia normalmente un Samurái adquiría conocimientos, pasión y experiencia en sus primeros meses de aprendiz. Sin embargo esto hacía que algunos no llegaran nunca al grado de Samurái y que quedasen con el grado de Caballeros, un grado casi perpetuo que le era otorgado al aprendiz de Samurái que no acababa por asimilar totalmente la filosofía de vida Samurái. Desde hacía mucho al Joven Samurái le intrigaban cuales podían ser las causas para que un Aprendiz de Samurái se quedara a medio camino de convertirse en un verdadero Samurái y fuera nombrado Caballero. Muchos ancianos Samurais a los que había preguntado le habían respondido que el factor clave estaba en la pasión, Un hombre, cuya conducta, NO está regida por el fuego de su corazón, nunca será un verdadero Samurái Le habían dicho él estaba totalmente de acuerdo, sin embargo él sabía que la llama de la pasión debía de estar alimentada por algo y estaba casi seguro de que ese algo eran los conocimientos.

Todo caballero con el que había hablado desconocía algún punto de la doctrina Samurái, todos tenían fallos en su formación quizás si esa formación se mejorase

Mientras pensaba esto, Kan, llegó a la puerta del palacio de su padre. Rumiko, la propia madre le abrió la puerta. Al parecer había presentido que en vez de dormir esa noche en su tienda de Samurái, iría a dormir a su lujosa habitación en el palacio de sus padres.

- ¡Mi querido hijo! dijo su madre mientras abrazaba a su hijo y lo llenaba de besos ¡Qué orgullosa estoy de ti!

- añadió mirándolo con la misma mirada de orgullo con la que le había estado mirando cuando paso de ser un Aprendiz y se convirtió en verdadero Samurái.

- Gracias mamá… respondió tímidamente Kan pero hoy no he hecho nada especial.

- ¡Me has hecho muy feliz! contestó Rumiko, y antes de que su hijo pudiera contestar añadió pero ahora vete a la cama corriendo que es tarde, luces cansado y mañana te levantarás antes de la aurora como siempre y le empujó hacia el pasillo que daba a su habitación en palacio.

El joven Samurái no entendía nada de nada, al final se encogió de hombros y siguió el largo pasillo adornado con las más ricas maderas y los más preciosos tapices hasta el baño que estaba junto a su habitación. Una vez allí se desnudó y se metió en el baño de agua caliente que le habían preparado. Una vez dentro y relajado se preguntó cómo su madre había podido ordenar que le preparasen un baño tan rápidamente El día empezaba a presentar muchos misterios.

Primero el cocinero le había servido una doble ración que le había prometido su hija sin haberla visto, a continuación Grandui se había presentado con un Kimono Samurái en toda regla a pesar de no tener dinero para comprárselo. Después estaban los extraños movimientos de los arbustos y por último el extraño comportamiento de su madre. No sabía por qué, pero su intuición le decía que su querida madre estaba detrás de todos estos extraños sucesos

El joven Samurái apenas pudo acabar de secarse e introducirse en su lujosa cama antes de quedarse profundamente dormido por primera vez en toda su vida no se despertó antes del ocaso y su madre tuvo que despertarlo al medio día.

- Cariño despierta escuchó Kan decir a una voz suave entre sueños El sol ya está en su cenit y es hora de comer y acabó diciendo disgustada vas a llegar tarde al comedor del campamento.

- Oh! despertó por fin el joven ¿Cómo he podido dormirme? dijo levantándose de un salto, y mientras se vestía a toda prisa añadió ¡Nunca me he dormido!

- Me temo que es culpa mía contestó su madre, que al ver la extrañada mirada de su hijo añadió ayer me tomé la libertad de echarte unas hierbas en el baño que te ayudaran a dormir ¡Parecías tan cansado! y dándole un beso a Kan mientras este intentaba guardar el equilibrio calzándose terminó parece que se me ha pasado la mano en la cantidad de hierbas.

- ¡últimamente estás muy rara mamá! dijo Kan mientras se colocaba la Katana ¿Qué estás tramando?

- Nada malo hijo contestó Rumiko Sólo que una madre se siente feliz y apenada al mismo tiempo cuando ve que su hijo se hace mayor dijo sacando un pañuelo y enjuagándose los ojos mientras que en su boca lucía una gran sonrisa.

Kan quedó un momento paralizado mirando a su madre, no entendía nada de nada, sin embargo no tenía tiempo para contestar, abrió la ventana y después de dar un beso de despedida a su madre de un magnífico salto Samurái se posó en la rama de un árbol del jardín. Este camino, de rama en rama sobre los árboles era el camino más corto aunque sólo un ágil Samurái pudiera seguirlo

- Por la noche quiero que hablemos y me cuentes todos los detalles gritó mientras se alejaba.

- Hay mi inocente hijo dijo por lo bajo Rumiko ¡Cuánto te queda por aprender a pesar de ser todo un Samurái!

Todos estaban reunidos y los camareros estaban sirviendo ya el primer plato. Rosana, la hija del cocinero, estaba empezando a servir la mesa de los Samurais de Kan. Era una gran mesa de roble en la que estaban sentados más de veinte samurais y aprendices, los mejores del equipo del joven Samurái sin embargo faltaba el propio Kan, y la joven no era capaz de explicarse el por qué, nadie lo había visto en toda la mañana ¿Le habría pasado algo?

Mientras la joven pensaba esto llegó al plato preparado para Kan, como el samurai no estaba se dio media vuelta para marchar justo en ese momento escuchó una hermosa voz que le decía.

- ¿A mi no me sirves Rosana? ¿Me he de quedar con hambre?

Asustada por haberse olvidado de alguien en sus ensoñaciones se dio la vuelta para ver quien le había dirigido la palabra y vio sentado en su sitio, como si llevara esperando toda la mañana al joven Samurái Kan con una cuchara en la mano y un trozo de pan mordido en la otra.

- Vaya vaya! contestó la chica sonriendo si parece que al jovencito ahora le gusta jugar a hacerse el invisible. Y sirviéndole doble ración añadió Pues cómetelo todo, que tanta invisibilidad debe de haberte dado mucha hambre.

Por única respuesta Kan empezó a comer con una gran sonrisa en su boca, conocía el genio de la joven y lo mejor era obedecerla y no replicar no fuera que le llenase el plato de guindillas como a Omius. Ella le devolvió la sonrisa y se marchó caminando tranquilamente hasta la cocina, no antes sin susurrarle al oído que quería verle detrás de la cocina después de comer.

- ¡Muy buen truco Kan! Dijo Omius una vez que la joven se hubo alejado lo bastante Una aparición sin necesidad de humos ¿Cómo lo has hecho?

- Oh! no ha sido difícil respondió Kan todos estabais mirando a vuestros platos y ella se había dado la vuelta. Iba a utilizar una bomba de humo, pero no quería armar tanto escándalo ni estropear este delicioso olor añadió aspirando el aroma de su comida.

- Por cierto, ya me he enterado de que lo de ayer fue una broma Respondió ofendido el Samurái invencible.

- Tu Samurái no se había enterado y se tragó un plato con cinco guindillas enteras.- añadió la bella Escila.

- Si hubieran sido Siete guindillas no hubiera podido luchar contra ellas replicó el viejo Ortack a su lado imitando al padre de Kan. Kazo, el General de generales siempre insistía en que Siete era el número de Samurais perfecto para formar un equipo, y nunca se cansaba de dar ejemplos que lo demostraban Todos empezaron a reír estruendosamente ante la broma

- Pues tiene razón el viejo dijo entre risas Omius si hubieran sido Siete guindillas habría caído al suelo medio muerto y soltando una gran carcajada añadió ¡Menos mal que la chica no es una Samurái!

- Sí, de momento no lo es respondió Escila en cuanto lo sea será terrible y utilizando su cuchara como espada contra Omius añadió Os imaginéis Rosana, La Samurái Picante

Kan también reía ante la inocente broma de Escila, realmente era una chica terrible. ¡Cinco guindillas! Era increíble que le hubiera echado cinco guindillas al pobre Omius cuando dos eran suficientes en un guiso preparado para más de cien personas ¡El pobre Samurái debía de haber pasado una tarde horrible!

- ¿Qué tal pasaste la tarde? Preguntó Kan.

- En el río, con la boca abierta metida en el agua El Samurái hizo un gesto con la cabeza imitando la postura y sudando como un loco! Al menos esto me ha enseñado a comer con más moderación y tranquilidad!

Kan sonrió internamente, llevaba tres meses intentado enseñar esa lección a su primer Samurái y Rosana lo había logrado en solo una tarde era una chica tan hermosa!

- Por cierto Kan dijo Escila ¡Felicidades!

- Gracias contestó ¿Por qué?

- ¿Realmente no lo sabes? dijo la bella Samurái.

- Pues no y mirándola interrogativamente preguntó ¿Me he perdido algo?

- Vaya que sí! Respondió Escila Esta tarde serás condecorado Comandante!

- ¡Comandante! Respondió Asombrado Kan ¡Pero eso es imposible! Me faltaba una tropa entera para alcanzar el grado de comandante!

- ¡Pues hoy la has conseguido! Respondió Escila Es una tropa constituida por cerca de un centenar de Aprendices Samurái todos inexpertos naturalmente y añadió pero una tropa al fin y al cabo.

- ¡Guau! respondió simplemente el joven Samurái ¿Y quién de vosotros ha sido? dijo mirando a sus Samurais.

- ¡Ninguno de nosotros! Añadió Escila Por desgracia mi equipo todavía no llega a tropa aunque estoy muy cerca de conseguirlo! y señalando su plato añadió ¿No te dice nada este guiso?

Kan miró su plato un momento, el día anterior había alistado al cocinero ¿Sería posible?

- ¿Fue Grandui? Dijo sorprendido Si se alistó ayer!

- Sí! respondió Escila se alistó ayer a media tarde, asistió a su primera clase toda la tarde y hoy por la mañana ha reclutado a todos los camareros, y estos a muchos de sus amigos y añadió con admiración ¡Ha formado una tropa en un solo día!

- Y como con éste ya tienes a cuatro Samurais reconocidos bajo tu mando dijo Omius según las normativas serás condecorado Comandante Samurái esta misma tarde. y después de un segundo añadió El ya ha sido nombrado Samurái por el propio general de generales esta mañana, alegó que por la tarde no podría tenía que ir al mercado a comprar provisiones para el banquete de por la noche.

Ya estaban sirviendo los postres y Kan estaba muy feliz. Tragó su postre de dos bocados y corrió a la parte trasera de la cocina. Rosana le vio marchar, pues estaba vigilándolo desde lejos y se reunió con él después de retocarse el pelo utilizando una gran bandeja como espejo.

Kan estaba brillante de alegría, no sabía por qué pero su corazón desbordante necesitaba contarle la buena noticia a Rosana, deseaba compartir su felicidad con ella. El joven Samurái, en su inocencia, no pensó en los motivos que podían causar esta reacción en su ser, acostumbrado y entrenado a actuar rápidamente fue corriendo al claro situado detrás de la enorme tienda que constituía la cocina, al llegar se encontró con que su amiga ya estaba allí esperándolo, sentada sobre la hierba de una forma aparentemente tranquila y reposada, la hermosa joven ofrecía su mejor perfil al impetuoso Samurái mientras que su larga cabellera negra reposaba en su costado reflejando los dorados rayos del Sol.

Kan quedó paralizado por la vista, a sus ojos era como si una diosa se hubiera presentado ante él, los reflejos del fogoso astro en el vestido de la joven creaban la ilusión de que una aureola divina rodease su joven y hermosa figura.

El joven Kan grabó esa imagen en su memoria, años después aun en su vejez, sería capaz de recordar con todo lujo de detalles lo que el llamaría La aparición de una Diosa ante mi

Al fin Rosana se giró y dedicándole una sonrisa le invitó a recostarse a su lado sobre la hierba, así lo hizo Kan descubriendo mientras se sentaba la hermosa vista que se contemplaba desde ese lugar.

Es hermoso, Pensó el Reciente Comandante no me había dado cuenta de lo hermosas que son estas tierras, de la belleza contenida en el verde de los árboles, de lo maravilloso que es el azul del cielo y de lo increíbles que son las hermosas nubes que hay en el cieloAunque más que todo el paisaje y las montañas…”

- Tú si que eres hermosa- pensó en voz alta Kan sin darse cuenta.

Rosana reaccionó asombrada ante las palabras del muchacho recostado a su lado, no esperaba nada semejante y un ligero rubor tiñó de rojo su pálida faz. Miró sin saber que contestar al peculiar muchacho que se encontraba a su lado, pero éste estaba contemplando una nube en la lejanía.

- Gracias Contestó al fin la azorada muchacha.

En ese momento Kan se dio cuenta de que había expresado ese pensamiento privado en voz alta y quiso morirse de vergüenza, miró asustado a la muchacha sentada a su lado pero ya no vio ninguna niña, sino una mujer segura de si misma que alargando un dedo le tapó la boca impidiéndole hablar.

- Entonces dijo tranquilamente Rosana supongo que ya conoces la noticia.

Kan asintió con la cabeza.

- Y qué te parece? dijo apartando el dedo de la boca del Samurái hacia un lado para dejarle hablar mientras le acariciaba tiernamente su suave piel imberbe.

- ¡Me encanta! explotó con ansia Kan, la joven vio un extraño brillo de pasión en los ojos del Samurái que le hizo sospechar ¡Por fin soy comandante! Rosana apartó bruscamente su mano de la mejilla del joven repentinamente avergonzada, gesto que le pasó desapercibido al joven en su alegría Es algo que he deseado desde hace muchísimo tiempo ¿Sabes lo que significa? ¡Soy el más joven Comandante Samuai de la historia! después de tomar aire continuó Al principio pensé muchas veces que nunca llegaría a Samurái, muchas veces estuve a punto de rendirme! ¡Pero mírame ahora! Mi carrera cada vez va a mejor! y como si no se lo pudiera acabar de creer exclamó con júbilo ¡Esta tarde voy a ser Comandante Samurái!

La muchacha, una vez salió de su estupor no acababa de creérselo cuando al fin reaccionó preguntando:

- ¿Qué vas a ser nombrado Comandante Samurái? Le miró perpleja ¿Pero no hay que tener muchos años de servicio para ser nombrado Comandante?

-¡Qué va! Contestó Kan feliz Eso es lo que creen muchos, pero lo cierto es que los años de servicio nada tienen que ver con el título. Las normas son muy claras explicó Kan Para ser nombrado Comandante el Samurái ha de tener a su cargo a 4 Samurais activos al mando de sus tropas respectivas. Y orgulloso terminó A muchos eso les cuesta años de servicio, de ahí viene la equivocación, pero yo ya he conseguido mis 4 primeros Samurais Titulados, Omius el primero La chica guiñó una ceja de desagrado al oír al que consideraba responsable del destrozo de su mejor vestido Ortak el segundo, GranSan el tercero y el cuarto ha sido hoy nombrado Y mirándola orgulloso pronunció ¡Tu propio Padre!

Rosana se quedó paralizada ante estas tres últimas palabras, eso explicaba por qué había andado desde ayer disfrazado de Samurái por casa, así que realmente por fin había conseguido llegar a cumplir su más ansiado sueño un profundo temor recorrió la espalda de la joven, quizás

- Dime Kan dijo alejándose un poco ¿Tú has tenido algo que ver en eso? preguntó mientras le escrutaba con una helada glacial que no advirtió el joven.

- ¡Por supuesto! Exclamó el reciente comandante sin percibir la mueca de cólera e indignación que nacía en la cara de su interlocutora Ayer hablé con tu padre, fui a verle para preguntarle cómo sabía que me habías prometido una doble ración explicó me extrañó que me sirviese doble ración pues tú te habías ido a tu casa para coserte el vestido sin tiempo de decirle nada la chica cabeceó levemente descubrí que nos había escuchado mientras hablábamos y te daba la tela así que su padre la espiaba! pensó la joven y mientras tu padre y yo conversamos yo noté que deseaba ser un Samurái, así que esa misma tarde lo alisté y ¡Parece que no perdió el tiempo!

- ¿Por qué? preguntó la joven a punto de explotar de cólera

- Por lo que sé esta misma mañana formó un ejército de aprendices Samurái formado por camareros y pinches de cocina, tantos que alcanzó hoy mismo el grado de Samurái. después de una ligera pausa continuó esta misma mañana mi padre le entregó su espada de Verdadero Samurái con todos los honores, yo no pude asistir comentó avergonzado mi madre me drogó ayer con unas hierbas para que durmiera toda la noche y descansara, según ella lucía totalmente agotado y bueno!- quitó importancia con un gesto de la mano se pasó en la dosis y dormí hasta justo antes de comer. dicho esto regaló a la joven su mejor sonrisa, la cual estaba desconcertada.

- ¿De verdad pasó todo cómo me cuentas? preguntó esta.

- ¡Naturalmente! Exclamó instantáneamente Kan ¡Yo nunca miento! y como si eso zanjase el tema terminó a la vez que asentía con la cabeza ¡Soy un Comandante Samurái!

Rosana meditó unos momentos, cuando Kan había dicho que había tenido algo que ver con el nombramiento de su padre había pensado que él había utilizado su influencia sobre el General de Generales para que le concediera el Título de Samurái a su padre, obviamente con la intención de canjearse su favor pero si las cosas habían sido así estaba claro que el pobre muchacho era totalmente inocente de sus sospechas y que todo habían sido imaginaciones suyas, la joven se sintió avergonzada de pensar así de su futuro ¡No! Prefirió cortar el pensamiento antes de estar segura, era obvio que el joven aún desconocía la noticia

- Rosana Interrumpió el joven Samurái los pensamientos de la joven si no sabías ni lo de mi nombramiento como Comandante ni el de tu padre como Samurái ¿Cuál era la noticia que debía saber?

La pobre joven se puso roja como un tomate, hacía un momento todo había parecido idóneo, pero ahora se sentía tonta por sus sospechas y porque no era así como deseaba habérselo dicho.

- ¿No te contó nada tu madre? preguntó con una ligera vocecita.

- No contestó directamente Kan hoy por la mañana mi madre se comportaba de una forma muy extraña, lloraba y sonreía al mismo tiempo, pero no quería llegar tarde a comer por si no te veía ¡Hay! había dicho demasiado! Así que apenas nos dimos los buenos días acabó atropelladamente mientras tanto él como Rosana se ponían colorados aunque parecía que contrariamente a avergonzarse, la joven había vuelto a perder la apariencia de una niña y volvía a tomar la apariencia de una mujer al menos a los ojos de Kan!

- Antes, cuando me dijiste que era hermosa preguntó en una mezcla de timidez y seguridad ¿Era cierto?

A Kan se le cayó el mundo al suelo, no sabía por qué pero deseaba que se abriera un agujero en la tierra y le tragase para ocultar su vergüenza, sólo había sido un pensamiento en voz alta y también se le había escapado que esta mañana en lo primero que había pensado era en ver a la joven. Seguramente ella se sintiera ofendida, era mayor que él y seguramente ya estaría comprometida con otro chico, si ahora negaba que era hermosa mentiría y además seguramente se ofendiera. Pero si le decía la verdad seguramente se reiría de él, con 12 años era soltero, no tenía ni prometida (toda una vergüenza para un chico de su edad como no cansaba de repetirle su madre) Seguramente la chica pensaría que estaba intentando conquistarla y se reiría abiertamente de él ¿Cómo podía un joven como Kan pretender conquistar a una Mujer tan bella como Rosana? Además él no tenía experiencia en estas lides, en un momento se dio cuenta de que aparte de su formación samurai sobre ejércitos, armas, etc ¡Nada sabía sobre mujeres! Si pudiera habría consultado con Omius ¡El sí era un hombre! Era apuesto, maduro, musculoso, las mujeres siempre se le quedaban mirando, pero el joven samurai aún no era capaz ni de hacer asomar un solo pelo en su imberbe cara, su cuerpo aunque era ágil y fuerte para su edad no tenía aun la fuerza y la forma de un adulto

Todas estas dudas pasaron en menos de un segundo por su mente, sin embargo al final su formación Samurái, aún en este angustioso momento, prevaleció al fin Quien no lo intenta, fracasa antes de comenzar recordó que siempre decía a sus aprendices Samurais.

- Eres la mujer más hermosa que jamás he visto Dijo al fin Kan, parecía que el tiempo se había hecho más lento, pero sólo había pasado un segundo desde que la chica había realizado la pregunta, de hecho aún estaba terminando de decir la frase cuando el joven contestó a la hermosa hija del cocinero.

Rosana pareció complacida con su respuesta, contrariamente a lo que él había supuesto no se rió ni se burló de él, sino que alargó su blanca mano para apartar un mechón del cabello del reciente Comandante Samurái y en un impulso se acercó y posó suavemente sus labios sobre los suyos, depositando un inocente y suave beso en la boca del que pronto sería su prometido.

El joven Samurái no sabía como reaccionar, dejó de sentir su cuerpo, no sabía si su corazón se agitaba alocadamente en su pecho latiendo en sus oídos y nublando su vista o si por el contrario se había parado igual que su respiración. Lo único que Kan notaba era la cálida mano de Rosana sobre su cuello y sus suaves labios rozando los suyos.

El beso fue rápido, inocente y puro, pero para Kan fue lo más importante que le había pasado en su vida, aún más que su reciente condecoración Samurái ¿Cuál había sido? ¿Comandante, General, Aprendiz??? No le importaba, en ese momento había descubierto una nueva dimensión, había aprendido algo que ningún sabio o anciano podría haberle explicado que la felicidad no sólo consistía en el éxito profesional, que había algo mucho más importante que todas las condecoraciones y técnicas del mundo ¡El Amor!

Mas tarde no supo bien por qué lo había hecho, algo en su interior había saltado igual que un resorte largamente escondido, su mano se había deslizado debajo de su túnica y con el mismo movimiento había arrojado una estrella shuriken hacia unos arbustos a la par que empujaba a Rosana a cubierto detrás de su propio cuerpo.

Un instinto de protección se había impuesto en él, un instinto que se había sumado a su entrenamiento Samurái un instinto que había salvado la vida de la joven justo en el último segundo.

Todo ocurrió muy rápido, Rosana aún no sabía cómo había llegado al suelo detrás del joven que había saltado detrás de ella a la par que la empujaba. Sólo había visto algo brillante deslizarse a toda velocidad donde un instante antes había estado su cabeza, levantó la mirada, lo justo para ver una estrella shuriken clavada en un árbol delante de ella. En un momento comprendió que esa estrella habría impactado en su nuca si Kan no la hubiera empujado.

La muchacha miró para atrás justo para ver cómo Kan lanzaba su segundo shuriken hacia unos arbustos, un grito ahogado le informó de que Kan no había fallado su primer blanco ni el segundo.

Aun antes de acabar de lanzar su primer Shuriken, Kan ya había empezado su primer paso, sólo dos pasos le distanciaban del matorral. Uno ¿O habían sido dos? le habían informado de que había acertado el blanco.

De una cosa no había duda, esa estrella había sido lanzada para matar a la mujer que amaba.

Instantáneamente una cólera fría se apoderó de su cuerpo, junto con el segundo paso una Katana surcó el aire partiendo el arbusto en un ángulo extraño. Kan recordó después que esa Katana había sido la suya.

El arbusto se deslizó hacia abajo como si de una pieza sólida se tratara. Detrás de él un samurai oscuro miraba con sorpresa al terrible enemigo que en menos de un par de segundos había hecho fracasar su intento de asesinato, le había acertado con dos Shurikens en su brazo y en su pierna y había hecho deslizarse un arbusto como si de magia se tratase. Un frío miedo trepó por la columna del asesino que agarró una bomba de humo y la arrojó al suelo para intentar escapar desesperadamente.

De una forma increíble Kan frenó la caída de la bomba con el plano de su espada y con el mismo movimiento la desvió unos metros hacia la derecha.

El asesino tembló al ver la mirada del joven, ya no parecía un indefenso niño de 12 años disfrazado de Samurái, sino un arcángel blanco lleno de un poder invencible.

Kan trazó un arco mortal con su Katana, con toda seguridad su enemigo habría perecido decapitado si una jugarreta del destino no hubiera querido que la pierna del asesino, herida con el shuriken del joven Samurái, fallase justo en ese instante haciéndole caer y esquivar el arco mortal de Kan. Al no encontrar la resistencia esperada, la espada continuó su camino cargada de una fuerza letal que cortó limpiamente el tronco de un árbol situado sólo un poco a la derecha de donde antes había estado el asesino un tronco que tenía el grosor de una pierna humana!

El Samurái oscuro miró desde el suelo, como si estuviera loco, cómo el árbol caía lentamente. Esto bastó para que Kan se distrajera sólo una milésima de segundo y mirase hacia el árbol.. ¿Había sido él capaz de realizar esa hazaña? En un instante decidió que eso no tenía importancia en ese momento, y volvió su atención hacia el asesino. Sin embargo ese instante era todo lo que necesitaba su contrincante, un sonido siguió a una cortina de humo. En un intento desesperado Kan lanzó una estocada hacia adelante pero su espada no cortó otra cosa que aire y humo.

Kan conocía la técnica lo suficiente como para saber que su contrincante podía ya estar a varios metros de allí… o justo detrás suyo listo para acabar su trabajo. Así que en un sólo movimiento enfundó su Katana y dando una doble voltereta mortal hacia atrás aterrizó al lado de Rosana, la cual había quedado hipnotizada por la agilidad y destreza de los movimientos del joven. Un instante después supo que estaba en sus brazos, él la había levantado como si fuera una pluma, en ese momento no se preguntó como un niño de 12 años podría levantarla sin aparente esfuerzo, en ese momento Kan no era ningún niño, era un poderoso Comandante Samurái, la cabeza de la joven se enterró en el pecho del Samurái mientras que una acogedora cortina de humo les rodeaba a ambos.

En ese momento la gravedad pareció ser algo sin sentido para la joven. Siempre protegida por los brazos de su amado y envuelta en una cortina de un cálido humo, fue sintiendo como si flotara y se deslizase por el aire a una velocidad increíble. El viento acunaba su cabello como si estuviese bañándose en un lago, y los rayos del sol la adormecían tranquilizándola.

No podría decir si habían pasado segundos o una eternidad. Pero cuando abrió los ojos se encontró con que un palacio había surgido de la nada.

El Asesino quedó mirando el claro. Aún no podía creer lo que había ocurrido. Después de caer al suelo notó que su contrincante, aquella especie de niño Samurái no, no era un niño, más bien un arcángel o un demonio! Fuera lo que fuera había perdido la concentración unos instantes, los suficientes para que él lanzase su cortina de humo. De un salto se había posado en una rama alta de un árbol a su izquierda, oculto por el follaje del árbol había introducido la mano sana en su manga para sacar otro Shuriken envenenado, sólo necesitaba un tiro y acertaría a la chica de lleno tal y como le habían ordenado. Después podría escapar como alma que lleva el diablo y marcharse lejos, muy lejos donde nunca más tuviera que ver esos ojos cuyo propietario hacía un segundo casi le había matado. Sin embargo, aun antes de que pudiese agarrar el Shuriken ese demonio había saltado hacia atrás como un ángel y había tomado a la chica en brazos, él pensó que le preguntaría cómo estaba, antes de que pudiera contestar ella ya estaría muerta por el veneno de su arma. Sin embargo él no había abierto la boca, de la nada había surgido un humo blanco, como el de una nube celestial.

El Samurái Oscuro entendió en el momento lo que intentaba el muchacho, pero sería inútil, estaba justo en el centro de un claro y desde su posición podría ver hacia qué lado saldría corriendo, no podría moverse demasiado rápido con la chica en brazos y aunque tenía órdenes explícitas de no dañar al samurai, sólo necesitaba un segundo para poder acertar en su blanco, por tal eficacia era conocido y por tal fama había sido contratado.

Sin embargo nada pareció salir de la nube, hubo un efecto raro, como si la realidad se distorsionara un momento, un efecto que el asesino achacó a las heridas recibidas, pero ni aun así cerró los ojos, se obligó a fijarse aún más en su blanco y esperó a que la nube de humo blanco se disipara ¡Pero fue inútil! No había nadie en el claro! ¡¡Pero él no había visto huir a nadie!

Sólo quedaba una explicación, saltó al claro, justo donde había estado hace unos segundos el joven y hundió su katana en el suelo. Si existía alguna trampilla o puerta oculta en el suelo él la descubriría ¡Pero no! No había nada más que hierba y tierra!!!

En esos momentos empezaron a oírse ruidos. ¡Maldita sea! Se había olvidado de los demás samurais!

A su espalda miles de Samurais terminaban su comida, algunos habían oído el estruendo de bombas de humo y un árbol al derrumbarse y acudían prestos a ver lo que pasaba. El asesino dio dos pasos, lanzó la última bomba de humo que le quedaba y desapareció en la profundidad del bosque. Corrió y corrió durante horas hasta que estuvo a Kilómetros del claro oculto y a salvo en la profundidad del bosque. Aquí, en la seguridad del profundo bosque, el asesino rogó con toda su alma no tener que volver a hacer frente a nada parecido. Por primera vez en su vida, el miedo, el terror y el pánico se adueñaron de su alma.

-¡Hijo! Qué es lo que pasa! Kazo estaba alarmado, nunca había visto esa mirada en el rostro de su hijo. Hacía un segundo que Kan había aparecido de la nada justo en medio de la sala de audiencias. Aún estaba allí de pies, con su prometida Rosana en sus brazos.

Kazo no reconocía a su hijo sí, era el mismo, pero diez o veinte años mayor. No, claro que no había crecido, su cuerpo era el mismo, el cuerpo de un joven. Sin embargo su postura, su mirada, la forma de sostener a su amada como si fuera parte de sí… y la forma en que ésta enterraba su cabeza en el pecho de su hijo consiguiendo protección y tranquilidad además estaba esa sensación, la sensación de que el ser que tenía delante de sí guardaba un poder increíble.

En esos momentos Kazo, el General de Generales Samurais, el más diestro y poderoso de todos los Samurais habría dudado poder vencer a su hijo en un combate frontal.

Pero Kan no era su enemigo, todo lo contrario, era su hijo y algo terrible tenía que haberle pasado para que esa mirada anidase en sus ojos.

Justo en ese momento Kan miró a su alrededor, se encontraba a salvo, en el palacio de su padre. Los 7 Samurais de la guardia personal de su padre estaban allí, los que le habían protegido y cuidado como sus más poderosos guardianes. También su padre, el más poderoso Samurái que había existido estaba delante de él. Nada podía ocurrirle aquí…

Esto pensaba Kan mientras se relajaba y volvía a ser otra vez el alegre e inocente Samurái que siempre había sido. Notó que tenía a Rosana en sus brazos, recordaba vagamente haberla tomado del suelo.

Repentinamente avergonzado por su atrevimiento la posó, de pies, en el suelo. Sus ojos sólo se cruzaron un momento, pero Kan vio un amor como nunca había visto en su vida.

-¿Qué ha pasado? Preguntó otra vez Kazo a su hijo.

- Yo dijo Kan extrañamente afectado no lo recuerdo muy bien.

- Pero yo sí! saltó la joven.

Kazo miró a Rosana, justo ayer habían concretado en una reunión secreta con sus padres que Kan y Rosana serían prometidos. La medida no era del todo del agrado del General de Generales, pero su esposa había insistido y él reconocía que en esos aspectos Rumiko era más sabia que él. Apartando estos pensamientos a un lado se centró en la joven y la invitó a hablar con un gesto.

-Su hijo y yo estábamos hablando- se corrigió en el último momento la joven, sin embargo el rubor de sus mejillas no le pasó desapercibido al General de Generales cuando de repente Kan me apartó a un lado salvándome la vida, antes de que yo supiera qué era lo que ocurría él ya había herido a mi agresor y casi lo mata, si no fuera porque logró huir, entonces Kan me tomó en sus brazos dijo acercándose más a su salvador y me trajo aquí.

Kazo la miró extrañamente, por la forma de relatar los hechos de la joven y la extraña mirada de Kan que ya volvía a ser él otra vez todo había ocurrido en menos tiempo del que se tarda en pronunciar una palabra, sin embargo tenía la sensación de que, para ellos, había parecido un tiempo increíblemente largo.

- Y bien Kan Dijo su padre es así como ocurrió hijo mío?

El joven Samurái tardó unos momentos en responder.

- Por lo que puedo recordar, fue así.

- ¿Por lo que puedes recordar? Le preguntó otra vez su padre

- Sí contestó con una mirada llena de inocencia muy propia del joven todo pasó muy rápido, yo no pensaba, sólo seguía mis instintos y mi entrenamiento Samurái para salvar la vida de Rosana. Eso era lo más importante para mí en esos momentos y lo demás carecía de total importancia. Las palabras, tan cargadas de responsabilidad y madurez, sonaron extrañas pronunciadas por su joven boca.

- Está claro que alguien ha intentado asesinar a tu prometida Kan dijo después de unos momentos ¿Tienes idea de quién puede haber sido?

Pero Kan no había escuchado esas últimas palabras ¿¿¿Su prometida??? Indiferente a todo lo que ocurría a su alrededor se sentó en el suelo para pensar sobre el asunto sin observar la mirada mortal que lanzaba Rosana sobre su anciano padre el cual si la había captado perfectamente y sentía una gran necesidad de esconderse detrás de su asiento.

El Joven Samurái, sentado sobre el frío suelo de mármol del palacio fue atando los cabos. Todo tomaba más sentido ahora, la extraña actitud de su madre, las extrañas miradas del cocinero, las palabras de Rosana antes del ataque, la noticia”… sin duda en algún momento los padres de Kan y Rosana se habrían reunido para prometer a sus dos hijos. Eso era algo totalmente común en su sociedad, siempre se hacía de esa forma y él se alegraba de que fuera la mujer que amaba Kan era incapaz de pensar en Rosana como en una muchacha la que hubiera sido escogida por sus padres, de hecho el acuerdo facilitaba mucho la relación, ya casi estaban casados, la ceremonia sería una simple formalidad que se llevaría a cabo cuando fueran a vivir juntos.

Esta medida hacía que el honor de la joven estuviera totalmente protegido en contra de las habladurías de la gente, el propio padre de Rosana, el cocinero Grande le había informado de que para él lo más importante era el honor de su hija ahora comprendía Kan por qué se lo había dicho, él no lo había comprendido en su momento pero era claro que todo el mundo ya se imaginaba la relación cuando él aun ni la sospechaba, suponía que sería por su inocencia En esos momentos el asunto carecía de importancia, igual que cuando su padre le explicaba alguna importante lección, Kan estaba seguro de que la vida le estaba enseñando una lección muy importante ¡Quizás la lección más importante de su vida!

Además estaba seguro de que Rosana y él estuviesen prometidos era la causa de que la hubieran intentado asesinar. De eso no tenía ninguna duda. Su prometida era hija de un cocinero, nadie odiaba tanto a un cocinero como para mandar un asesino a matar a su hija. Sin embargo el propio Kan era hijo del que sin duda era el hombre más poderoso. Hasta ahora nunca le había dado importancia al asunto, pero Kan se había dado cuenta de que si quería conservar a Rosana con vida ¡Y vaya si quería! tenía que empezar a darse cuenta de que había algo más en todo este asunto.

Fue la propia Rosana la que le sacó de su ensimismamiento, había pasado cinco minutos sentado en el suelo, justo en el centro de la sala sin responder a ningún llamamiento. Su padre y sus samurais, lejos de preocuparse conocían la capacidad de concentración del joven y se limitaban a esperar a que saliese por si mismo, pero la hija del cocinero no estaba acostumbrada y aunque le habían dicho que lo mejor era que esperase ella temía que su joven prometido estuviese herido y un veneno fuera la causa de su mal.

- Kan, Kan le llamaba la joven ¿Estás herido? Ella habría deseado llamarlo ¡Amor mío! pero temió que los ocho ancianos reunidos a su alrededor se rieran de ella y se contuvo.

- ¿Qué? Preguntó al fin el aludido Oh! perdona! Dijo al fin dándose cuenta de dónde y cómo estaba a la par que se sonrojaba ¡Debes pensar que soy tonto! dijo rascándose vergonzosamente la cabeza Estoy bien dijo al fin sólo estaba pensando, no recibí ninguna herida en la lucha.

En ese momento Omius entró corriendo en la sala seguido por Escila, los dos quedaron paralizados, con la respiración entrecortada y mirando asombrados a su Comandante.

-¿Y bien? Preguntó el anciano a la par que tomaba una taza de té entre sus manos.

- No sé padre, estoy seguro de que el asesino había sido mandado a asesinar a Rosana dijo a la par que cogía una mano de su prometida debajo de la mesa. Kan tomó un sorbo de su propia taza de té y miró a Omius que le miraba extrañado al otro lado de la mesa. Algo se preguntaba el guerrero. El Joven Samurái aún recordaba como le habían mirado después de entrar en la sala justo antes de que el General de Generales impusiera el orden y se sentaran todos en la mesa para tomar un pequeño refrigerio y recuperar fuerzas No te ofendas cariño dijo mirando a Rosana, la cual se sorprendió con la rapidez que se acostumbraba su reciente prometido a los cambios, sólo hacía unos minutos que sabía que estaban prometidos y ya actuaba como si lo llevaran toda la vida, algo había cambiado, madurado, en la mirada de Kan, algo que le decía que había aprendido que debía disfrutar de cada segundo a su lado.

- pero no creo que tu padre sea lo suficientemente importante para que contraten a un asesino para acabar con su hija. completó el joven Comandante Samurái

- No me ofendo Rosana quería haber dicho querido igual que él había dicho, pero se avergonzó y cortó la palabra en su boca es lo cierto, un cocinero no es una persona tan importante.

- Eso sólo deja una posibilidad respondió Kan si la intentaron asesinar fue por mi culpa, algo hay que no sé pero estoy seguro de que pronto me lo contarán El joven Samurái dirigió una mirada directa a su padre, el cual se revolvió en su asiento nervioso.

- Bueno dijo al fin puede haber algo aunque no le había dado importancia hasta ahora.

- Sí querido, tenías que habérselo contado hace mucho tiempo Había sido la voz de Rumiko, la madre de Kan la que había hablado Hijo, tú sabes que es costumbre que los niños se prometan en matrimonio justo después de su nacimiento ¿Verdad? Kan asintió con la cabeza y miró a su madre mientras entraba en la habitación calmadamente Hace muchos años tu padre luchó en otro ejército, donde hizo un amigo. Los dos fueron como hermanos durante mucho tiempo y prometieron que sus hijos se casarían cuando fueran mayores La Gran Dama miró a su esposo como si hubiera sido una locura de juventud con el tiempo sus caminos se separaron y el amigo de tu padre, en otro tiempo honrado hasta la médula, se fue acercando cada vez más al mundo de las sombras. Un respingo recorrió su cuerpo al pronunciar estas palabras Ambos se convirtieron en enemigos y al final tu padre salió victorioso y lo expulsó del país.

Aprovechando la pausa de su esposa, el General de Generales continuó el relato.

- Pasaron muchos años, y justo cuando creíamos que no seríamos bendecidos con el precioso don de un hijo naciste tú En los ojos de Kazo lucía una mirada de amor y orgullo por su hijo Al año de tu nacimiento amargó nuestra dicha una visita de mi viejo enemigo, me recordaba nuestro pacto.- una mueca de asco cruzó la cara del General de Generales él en su horrenda maldad, al enterarse de tu nacimiento había tomado por la fuerza un pueblo muy lejano y había tomado por la fuerza a veinte muchachas jóvenes del pueblo a fin de asegurarse de tener una hija. Rosana estaba horrorizada con solo pensar en la escena Así que al fin tuvo la hija que deseaba para tramar sus planes y la trajo a palacio con el objetivo de prometeros.

Kazo hizo una pausa antes de continuar.

- El muy rastrero pretendía que olvidase su maldad para hacerme cumplir la promesa hecha a él hacía tantos años. El general miró a su hijo Yo por supuesto me negué. él viendo frustrados sus planes arrojó a su propia hija al suelo e intentó matarla pisándole su pequeña cabeza- Kazo respiró aliviado Por suerte mi entrenamiento Samurái me hizo reaccionar rápido y pude impedirle que realizara tal maldad. Así que él se lo pensó mejor y me gritó que él cuidaría a su hija y la haría crecer para casarla contigo cuando tuviera edad. El anciano parecía abatido después de contar la historia.

-En el último momento continuó su esposa justo cuando desaparecía detrás de una nube de humo negro y apestoso chilló que si intentábamos casar a alguna otra niña con nuestro hijo él la haría matar. Rumiko miró a Rosana con pesar con el tiempo nos olvidamos de las amenazas de ese hombre. Pero por precaución no prometimos a ninguna niña a Kan, esperamos a que se hiciera mayor y le quisimos dar la oportunidad de escoger su propia esposa como hacen en los lejanos reinos del oeste.

Rosana asintió temerosa, sintiendo como la mano de Kan apretaba la suya de forma protectora. Ella misma había decidido no casarse con su prometido, derecho que todas las mujeres tenían de hacer gala aunque rara vez lo hicieran, había decidido seguir soltera hasta que encontrase a un hombre tan bueno como su padre al final había encontrado uno aún más bueno, pero quizás eso le costase la vida.

- Omius Pronunció al fin Kan ¿Por qué entrasteis corriendo en el salón de audiencias?

- Después de comer explicó el interpelado con energía contento de poder hablar escuché unos ruidos extraños, como bombas de humo en la parte trasera de la cocina, al principio pensé que serían estrépitos de potas y cazuelas, pero Escila dijo señalando a la hermosa mujer a su izquierda me recordó que habías ido a la parte trasera de la cocina a reunirte con la hija del cocinero según ella La chica sonrió por lo bajo no sé esta mujer es adivina o cómo podía haber sabido que te habías reunido con tu prometida. Pero lo cierto es que después de ver y oír un árbol cayéndose me preocupé y acudimos al claro Escila asintió para reforzar las palabras de su fornido compañero cuando llegamos apenas vimos un humo negro extinguiéndose en el bosque, me extrañé pues sé que tú sólo haces uso del humo blanco y entonces fue cuando vi claramente un arbusto partido limpiamente por el corte de una espada se veía que Omius estaba claramente impresionado al acercarme vi un árbol tan grueso como mi pierna cortado de un solo y limpio tajo!!!

- Y yo encontré esta estrella shuriken clavada en un árbol dijo Escila orgullosa de su descubrimiento.

- ¡Ten cuidado! Exclamó Kazo alarmado.

- ¿Qué ocurre? Preguntó alarmada la Bella Escila.

- Esa estrella contiene un veneno que te provocaría una muerte instantánea si te cortases con ella!

Escila alarmada ante el peligro que había corrido dejó la estrella sobre la mesa y después de pensárselo mejor la tomó y arrojó a la chimenea para que el claro del fuego acabase con el veneno y la estrella para siempre.

- Contra quien te enfrentaste era un adversario terrible exclamó Kazo Un famoso asesino samurai, un miembro de la tenebrosa orden de las sombras, muy poderoso

- ¡Y tanto! Pronunció Omius ¡Si cortó un árbol de un tajo debía de tener una fuerza descomunal! El general de generales asintió dándole la razón.

- ¡Pero si no fue él! Exclamó Rosana.

- ¿Quién fue entonces? Preguntó alarmada Escila Acaso te enfrentaste a dos samurais mi Comandante? Dijo visiblemente orgullosa de que su joven superior saliese airoso de una liza similar.

- ¡No! contestó orgullosa la hija del cocinero Fue Kan quien cortó el árbol! ¡De un sólo tajo!

Todos miraron asombrados al unísono al joven Samurái. El cual quedó avergonzado, no le gustaba reconocer que había fallado al intentar atacar a su adversario, además le daba pena el pobre árbol.

-¿Es eso verdad? Preguntó Kazo a su hijo a la par que ignoraba la ofendida mirada de su futura nuera.

- Sí contestó sencillamente éste No fue a propósito! se defendió Ataqué al asesino y fallé… corté el árbol sin querer aseguró inocentemente.

Su padre le miraba con un orgullo increíble, Escila tenía la boca abierta ante la fuerza de su Comandante y Omius sorprendido exclamó:

- ¡Pues menos mal que fue sin querer! Si llega a ser queriendo te cargas la cocina entera Y después de mirar a su superior otra vez añadió ¿Pero cómo narices lo hiciste? ¡No es tan sencillo! ¿Sabes? ¡Dudo que yo mismo pudiera! y marcando uno de sus poderosos músculos añadió y me parece que soy varias veces más fuerte que tú! ¡Si apenas eres un brazo mío!

- Cuando un hombre puro lo necesita, su fuerza es cien veces la normal y nada es imposible para él fue ahora el Silencioso Aki el que habló. Normalmente sólo usamos una décima parte de nuestras posibilidades, tanto físicas como mentales. Cuando es totalmente necesario, y siempre que seas puro de corazón y mente, podrás encontrar en tu alma y en tu cuerpo unas reservas que te parecerán increíbles, sea lo que sea contra lo que te enfrentes.

Kazo asintió ante estas palabras, y después de un momento todos asintieron reconociendo la sabiduría del Primer Samurái de Kazo y General de sus ejércitos.

Kazo miró el cielo a través de la ventana. La oscuridad de una noche sin luna no presagiaba nada bueno. Decidió que todo el mundo debía irse a su casa.. o a su tienda a dormir.

- Mañana nos vemos dijo Rosana a Kan ¿Detrás de la cocina? El joven asintió con la cabeza.

-De eso nada! Exclamó Kazo rotundamente.

Rosana saltó como accionada por un resorte.

- Si se cree que va a impedirme ver a su hijo por muy poderoso y general que sea va listo! la ferocidad en la mirada de la joven impresionó al anciano.

- ¡Me has malinterpretado! Exclamó el general de generales levantando las manos en gesto de paz lo que quiero decir es que tú hoy no sales del palacio, tu casa es un sitio demasiado inseguro para ti esta noche explicó ayer la vi y sería como colgarte de una diana y tenderle una flecha al asesino a la par que le pedimos que te dispare. La joven palideció ante estas palabras. Lo que está claro es que hoy dormiréis los dos en la habitación de invitados del centro del palacio, es la más segura de todas y tendréis una guardia de élite que os protegerá.

Rosana asintió obediente igual que Kan. Rumiko, por su parte, miró primero a su marido y luego a los dos jóvenes.

- ¡Mujer! exclamó sorprendiendo a los dos prometidos ¡No seas mal pensada! Los dos ya están prometidos, con lo que están a salvo de habladurías, las medidas de seguridad son necesarias y Rosana necesita la protección personal de Kan, pocos de mis Samurais son capaces de hacer frente a ese asesino en un combate directo reconoció además ya conoces a nuestro hijo ¡Es más inocente que una lechuga! En verdad fue este último comentario lo que tranquilizó a la madre de Rumiko, quien partió inmediatamente, custodiada por el Samurái Gui a poner al tanto a los padres de la joven.

Kan, extrañado, partió a la habitación de invitados con Rosana agarrada cariñosamente a su brazo. Como iban escoltados por ocho samurais, cuatro delante y cuatro atrás, el joven comandante susurró al oído de su prometida:

- A qué se refería mi madre con su mirada y continuó y a qué vino el comentario de mi padre de que soy más inocente que una lechuga???

Por única respuesta recibió una callada sonrisa de su prometida la cual pensó pícaramente que una lechuga sería más peligrosa que su prometido.

- Hola padre dijo de improviso Kan alarmando a Rosana, la cual al mirar detrás de ella vio al anciano con su mano a punto de posarse en el hombro de su prometido.

- Ummm! exclamó Kazo ¡Muy bien! Nunca habías podido detectarme tan pronto!

- Hoy he aprendido mucho susurró mientras se acercaban a la puerta de la segura habitación.

- Y qué has aprendido? contestó Kazo ¿Qué en caso de necesidad eres más poderoso de lo que tú mismo piensas?

- No respondió sorprendentemente Kan eso ya lo sospechaba hace tiempo. En realidad he aprendido algo mucho más sutil e importante que todo eso. Hoy la vida me ha enseñado la lección más importante que existe, mucho más que todo lo que he aprendido en todos estos meses de entrenamiento.

Su padre estaba sorprendido por la gravedad impresa en las palabras de su hijo, y gratamente intrigado por cual sería el contenido de la lección.

- ¿Y cuál es? preguntó sinceramente interesado el general.

- Algo tan sencillo y cierto que no somos capaces de verlo diariamente empezó a hablar el Comandante Samurái algo tan simple como que lo más importante en esta vida no son los rangos, ni los méritos, ni las capacidades económicas Kazo asintió en silencio deseoso de escuchar lo que venía a continuación para grabarlo a fuego en su mente Hoy he aprendido que lo más importante en la vida es ser feliz. Que el amor y la felicidad son los bienes más preciados que tenemos y que hemos de disfrutar de cada segundo de nuestras vidas porque una vez que un segundo ha pasado nunca volverá.

“” Que cada segundo que pasamos sufriendo y temiendo estamos desperdiciando nuestra vida porque para ser totalmente feliz sólo se necesitan tener Amor y voluntad de ser Feliz.

“” Padre, he hecho muchas promesas en los últimos meses, pero ninguna tan solemne como la que me hago ahora mismo ante ti y ante la mujer que amo:

“” Nunca desperdiciaré más ni un sólo segundo de mi vida, a partir de ahora viviré cada segundo como un tesoro concedido de incalculable valor y me esforzaré para ser feliz a cada momento y disfrutar de los seres que amo porque no sé si mañana estarán ahí. Pero en vez de preocuparme lo que haré será hacerlos felices con mi presencia y mis atenciones hacia ellos, y yo mismo me haré feliz a mi mismo con su mera presencia, pues hoy he descubierto que lo más importante en esta vida es la felicidad y el amor."

Kazo quedó pensativo en el pasillo mientras la joven pareja se dirigía a la seguridad de las sólidas paredes. Por primera ocasión su hijo le había superado en Sabiduría y Grandeza de corazón. Lágrimas de pura felicidad brotaban de los ojos del anciano, bañando la que fue la más hermosa de todas las sonrisas de su larga vida.

Hoy su hijo le había enseñado la que también había sido lo más importante para él.


El anciano General de generales repitió la promesa de su hijo en silencio, con la mano en su corazón y lágrimas de felicidad en su cara. También él disfrutaría de cada uno de los segundos que le quedaban en su vida del amor de sus seres queridos, pues sabía que esa felicidad era el más preciado de todos los tesoros que jamás había atesorado.

Capitulo 10: CHANG EL SAMURAI OSCURO

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